Por ECL
Hay una imagen de Pedro Camejo, Negro Primero, que quedó grabada en la memoria: la estatua de Antonio Rodríguez del Villar, la del billete de 5 bolívares fuertes, que además aparece como una de las Tres Potencias, El Negro Felipe. Que en realidad son tres: Pedro Camejo, Felipe y Miguel, todos esclavos, todos guerreros.
En otra, no dice nada. Baja las escaleras con su novia o su vieja, no se ve bien, cuando se lo llevan preso. Pero no es el mismo. Como Ismaelito, como el Negro Felipe, El Dominicanito no es uno. El dominicanito son por lo menos dos.
De segundo, sabemos que Negro Primero peleó por la patria, por la libertad de la patria, por la independencia. Y fue un héroe, uno de los más grandes.
De segundo, el Dominicanito peleó, a su manera, por su libertad: del Retén de Caraballeda se escapó en agosto de 2008, y el 24 de diciembre de ese año estuvo cuatro horas resistiéndole a dos comandos de Polivargas y uno de la Guardia Nacional atrincherado en el sector Negro Primero de Catia la Mar. Lo que sea menos volver para ese infierno, o ir a uno peor (ya había cumplido 18).
Eduardo Blanco inventó que Negro Primero y que le fue a pedir permiso a Páez para terminar de morirse… difícil, después de recibir el pepazo en la cabeza con que lo pintan caído en batalla.
Al Dominicanito nadie lo pintó. Lo sacaron con bombas lacrimógenas de la trinchera donde estuvo cayéndose a plomo cuatro horas. Y cuando salió le metieron siete tiros. Cuatro policías, dos guardias nacionales y doce vecinos heridos. Cuatro horas de combate. Tanta hazaña, tanta inmolación (ríete de Girardot), y no eligió patria ni independencia ni causa, que no fueran sus tres bichas y sus ganas de matar, sus ganas de mandar. Al Dominicanito, difícil que el pueblo le vaya a rezar.
Hay una imagen de Pedro Camejo, Negro Primero, que quedó grabada en la memoria: la estatua de Antonio Rodríguez del Villar, la del billete de 5 bolívares fuertes, que además aparece como una de las Tres Potencias, El Negro Felipe. Que en realidad son tres: Pedro Camejo, Felipe y Miguel, todos esclavos, todos guerreros.
Hay dos imágenes de Edwin Alberto Peña Soto, el Dominicanito, las dos en movimiento. En una amenaza, insulta, amenaza, sopla la bicha, dice “porto es puro rostro, gallo, peine pa fuera y no te la comes, no creo es en nadie”.
En otra, no dice nada. Baja las escaleras con su novia o su vieja, no se ve bien, cuando se lo llevan preso. Pero no es el mismo. Como Ismaelito, como el Negro Felipe, El Dominicanito no es uno. El dominicanito son por lo menos dos.
Sabemos por qué peleó primero Negro Primero. “Por codicia, señor”, dijo Páez que dijo Negro Primero. Pero Negro Primero primero peleó con Boves, “quien sentía y actuaba en términos de masa, y esa masa se hallaba en guerra contra la sociedad de la cual había sido parte”, dijo Juan Bosch. Primero Negro Primero (que, repetimos, era un esclavo) peleó por su libertad.
Sabemos por qué peleó primero El Dominicanito. Dicen que a los 14 comenzó en la banda del tío, que controlaba la zona. Dicen que era conocido por matar a sangre fría y burlarse de las víctimas. Dicen que cuando lo agarraron en 2006 había cocaína y crack. Algo de codicia habría. Pero en el video donde amenaza, al Dominicanito no se le ve oro, ni plata, ni ropa cara. Lo que ostenta son las bichas, y sus ganas de matar. Sus ganas de mandar. Sus ganas de ser lo que fuera menos esclavo. Así fuera el Mal.
De segundo, el Dominicanito peleó, a su manera, por su libertad: del Retén de Caraballeda se escapó en agosto de 2008, y el 24 de diciembre de ese año estuvo cuatro horas resistiéndole a dos comandos de Polivargas y uno de la Guardia Nacional atrincherado en el sector Negro Primero de Catia la Mar. Lo que sea menos volver para ese infierno, o ir a uno peor (ya había cumplido 18).
Eduardo Blanco inventó que Negro Primero y que le fue a pedir permiso a Páez para terminar de morirse… difícil, después de recibir el pepazo en la cabeza con que lo pintan caído en batalla.
Al Dominicanito nadie lo pintó. Lo sacaron con bombas lacrimógenas de la trinchera donde estuvo cayéndose a plomo cuatro horas. Y cuando salió le metieron siete tiros. Cuatro policías, dos guardias nacionales y doce vecinos heridos. Cuatro horas de combate. Tanta hazaña, tanta inmolación (ríete de Girardot), y no eligió patria ni independencia ni causa, que no fueran sus tres bichas y sus ganas de matar, sus ganas de mandar. Al Dominicanito, difícil que el pueblo le vaya a rezar.
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