Se suele confiar demasiado en los títulos de los
profesionales de la salud, enfermeras, médicos, doctores, etc.… es casi un
titulo que da el poder sobre la vida. Es amplia la lista de estos profesionales
de bata blanca y aspecto impecable que se aprovechan del estado de
vulnerabilidad con el que llegan lxs seres humanos a sus manos, creen que son
diosxs, héroes y heroínas, se regodean en un placer macabro ante sus víctimas.
Tal es el caso de Genene Jones, una enfermera asesina de infantes, un caso
famoso ocurrido en Estados Unidos en los años 80.
Descaradamente “la enfermera de la muerte”, como mejor es
conocida, se paseó por varios centros de salud en Estados Unidos, antes de ser
descubierta como asesina, solo llegó a confirmarse el crimen de 16 Bebés y
niñxs pequeños, pero solo ella sabe cuántas criaturas murieron en sus manos.
Cuando inició su trabajo a los 28 años gozaba de buena
reputación, tenía fama de ser muy eficiente hasta que se iniciaron una serie de
acontecimientos extraños cuando estaba de turno. En 1981 empezaron las muertes.
Jones estaba a cargo de la unidad de cuidados intensivos en el Bexar
County Hospital. Al tiempo se ganó que sus compañeras la llamaran “la
enfermera de la muerte.” Los paros cardíacos y emergencias ocurrían en su
mayoría cuando Jones estaba presente, aún así, nadie fue capaz de investigarla.
En el año 82 el caso ya era
demasiado evidente, la ola de muertes infantiles crecía, se empezó a sospechar
de Jones, descubrieron que ella misma compraba los medicamentos que le
administraba a lxs pequeñxs. La encontraron culpable, la sentencia sumó 159 años.
Aun hoy debe estar pagando condena en la cárcel para Mujeres Mountain View, en Gatesville, Texas.
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