Por ECL
La OMS define salud como “el completo bienestar físico, mental y social, y no meramente la ausencia de enfermedad”. Muy bien con lo del completo bienestar físico, mental y social, pero la siguiente línea delata una idea de fondo sobre la que se ha erigido toda la torre inderrumbable de la medicina occidental: aunque no sea LO ÚNICO necesario para considerarse sanx. Ahí está, bien presente, “la ausencia de enfermedad” y todo el problema que deriva de eso: ¿quién define lo que es enfermedad, cómo se trata, quién lo porta , etc.? Pues lxs médicxs ¿no? y...¿cuántas generaciones de médicxs se han formado en escuelas amarradas y dependientes de los intereses económicos de farmacias, clínicas privadas, seguros de vida, fabricantes de de gasas, guantes, pinzas, termómetros, batas blancas, sillas de ruedas, andadores, muletas, fábricas importadoras, revendedoras y restauradoras de equipos médico?
Resulta que la industria farmacéutica es la segunda más rentable del mundo, y resulta también que cuando la enfermedad se interpreta como un “algo” al que hay que destruir, la medicina occidental le da con todo: inyecciones, pastillas, sueros, cremas y más inyecciones, pastillas etc. porque parece que es infinito el ciclo de destrucción-reconstrucción de lo que las medicinas aleopatas le hacen al cuerpo.
A pesar de todas esas cosas que hay que meterle al cuerpo – y sacarle al bolsillo – para mantenernxs sanxs, hay millones y millones de seres sobre la tierra que sobrevivimos sin necesidad de generar – anualmente, mensualmente o diariamente- monstruosos ingresos a los dueños de la industria de la enfermedad. ¿Cómo lo hacemos? Pues es probable que exploremos – sin saberlo – uno de los principios de la medicina oriental: el equilibrio. Finalmente “la enfermedad no existe; sólo existe el enfermo”.
Dice un japonés-brasilero (Tomio Kikuchi) que ha publicado un par de cosas sobre eso:
“Los ataques frontales contra la enfermedad son, literalmente, ataques frontales contra la salud. El concepto “enfermedad” existe solamente porque hay concepto de “salud”, lo que equivale a decir que salud y enfermedad son inseparables, son dos mitades de una unidad indivisible.
En realidad, esa ilusión de pensar que salud y enfermedad existen separadamente es una ceguera que nos impide la visión de la estructura y funcionamiento general del Universo (...) No existe sólo faz (salud) sin dorso (enfermedad). No existe sólo dorso (salud) sin faz (enfermedad). Lo que existe es el Orden del Universo infinito.”
¡Agarra OMS y toda la estructura que sostienes!. Sabemos que si nos desprendemos de esa idea de que “hay que eliminar la enfermedad”, nos desprendemos también de un sistema que nos mantiene entubadxs ingiriendo miles de productos que lucran el bolsillo de lxs poderosxs de siempre. Y lo sabemos sin necesidad de titularnos doctores. Sólo es necesario recordar que nuestras madres, abuelas, tatarabuelas y un largo etcetera nos dieron guarapos, frotaciones, rezos y – primero que nada- teta, generando y rescatando algún tipo de equilibrio ancestral que nos ha mantenido vivxs por suficientes generaciones como para cumplir un ciclo que - en lo que parece ser un cierre - nos indica que este sistema no nos sirve de un coño, y que nos impulsa, al fin, a empezar a formar médicxs que prevengan, no que “curen”, a volver al guarapo y el frote y – quizás- al rezo, a escucharnos y atendernos a nosotrxs mismxs antes que a lxs doctorxs herederxs de una escuela que nos ha cobrado durante años por quitarnos salud y autonomía.
De este sistema que mata sanxs, y los enferma y clasifica como enfermxs para cobrarles toda la vida. De estas tarifas y sueldos y mujeres y hombres que no tuvieron para pagar en la taquilla, y ahí quedaron descosidxs, y de los que han inventado cómo curarse sin pasar por la máquina de hacer enfermos que es el sistema de salud, va esta P.L.O.Mo, en la calle otra vez, después de cuarentena.
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